Sherezade en apuros

Aprendiendo árabe y tratando de recordarlo


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Ayer امس

Ayer por la mañana fue mi primer día de clase. Cogí el 133 en Callao hasta la Escuela de Estadística de la Complutense. Fue un trayecto corto y relajado.

Previo al autobús, caminé por el centro de Madrid. Caminar en las mañanas de fin de semana es de lo mejor que se puede hacer. Ayer las calles estaban libres de coches, el día despuntaba soleado y templado, y la gente ambientaba la calle sin abarrotarla. Los top-manta no ocupaban la zona de Sol y pude caminar sin que nadie me dislocara un hombro. Por si fuera poco, fui sentada en el autobús, mirando el paisaje.

En un momento dado el conductor detuvo el autobús delante de un kiosko y se bajó.
Una chica que se comía un bollo le dio un periódico y él le devolvió unas monedas. No parecía que fuera la primera vez. ¿Por qué lo querría comprar
precisamente allí? Vino a mi mente una historia de El libro de los abrazos, un libro magnífico, escrito para recordar. Me hice un propósito: seguir la historia del conductor y la kioskera, a ver qué pasa.

Una vez llegada a mi parada el autobús me dejó en medio de la nada. Menos mal que una chica se ofreció como guía del grupito de los que allí bajamos. Atravesamos un siniestro túnel bajo la Avenida Puerta de Hierro que jamás hubiera descubierto si no hubiera sido por ella y que nos condujo a una compleja estructura aquitectónica-académica. Como ya imaginaba, los caminos del árabe se avecinaban intensamente crípticos.

El edificio de la Escuela de Estadística resultó ser una representación maravillosa de arquitectura moderna. No he podido encontrar infomación del aquitecto o fotos del edificio en la página web de la Escuela. Se me ocurre que tal vez la universidad no lo quiera difundir mucho debido a su mal estado de conservación. Sin embargo, a mí me encantó su toque de futurismo caduco y el tono vintage de sus instalaciones. Voy a ver si el sábado que viene no me olvido de la cámara y le saco unas fotos. No por casualidad un entorno de ciencia ficción de los cicuenta sirve para reunir la enseñanza de estadística con el árabe.

La clase empezó tarde pues otros compañeros, menos afortunados sin la chica superguía, se perdieron. Y es que la arquitectura racionalista es lo que tiene: sólo funciona sobre el papel. Además, no siempre se puede contar con la mejor de las guías, pues aquella chica (se me ha olvidado el nombre) estaba francamente dotada para comprender estructuras complejas, pues no sólo estudiaba chino mandarín sino que además pergeñaba una tesis doctoral sobre "la presencia de la negación en la prensa británica deportiva", concretamente, en The Times.

Una vez reunida casi todos los miembros de la clase, hicimos las pertinentes presentaciones y demás procedimientos de rigor. La clase fue muy amena. Nuestra profesora presenta un método muy intuitivo que me gusta.

Aprendimos una presentación personal muy estándar que repetimos una y otra vez. Fue divertido pero pese a mis ganas y a que la repetí a todas horas en casa desde entonces, ya se me ha olvidado. Por eso lo del pez en la cabecera de este blog. Mucho me temo que no va a ser la única vez...

Ya por la tarde me compré un par de libros: uno de vocabulario elemental con dibujos para críos y otro de caligrafía. Estoy contentísima con los dos, pues me encantan los retos y esa ilusión de septiembre de empezar curso (sí, yo soy de "esas")

Ya he sido capaz de leer en voz alta mi primera palabra en árabe:
امس

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